Son dos artículos-resumen que me han ayudado mucho a mi y que pienso que pueden ser interesantes para muchas personas.

Muchas veces la realidad nos afecta y pensamos que es consecuencia de cómo es la realidad, cuando en verdad el problema es como queremos que nos afecte la realidad.

Lo voy a decir con otras palabras: Si perdemos la paz en una situación. No es debido a la situación en sí. Sino más bien a cómo queremos que nos afecte (como dejamos que nos afecte) esa situación.

El equilibrio psíquico


Pensamientos perturbadores

A continuación ofrezco un ejemplo que me parece muy explicativo:


«Trabajo como enfermera y llevaba unos meses atendiendo al hombre más desagradable que puedas imaginarte. Nada de lo que hacía podía satisfacerle. Nunca lo apreciaba, ni agradecía nada, ni mostraba ningún reconocimiento. Se quejaba constantemente y sacaba defectos a todo.

»El caso es que por culpa de aquel hombre llevaba un tiempo sintiéndome de bastante mal humor, pues atenderle me suponía mucho tiempo diario, y me enfadaba mucho, y esos berrinches me dejaban alterada para el resto del día, y al final eran los demás enfermos, mis compañeros y mi familia quienes más sufrían las consecuencias de mi estado de ánimo.

»Y fue entonces cuando una compañera mía, con la que tengo mucha confianza, tuvo el descaro de decirme que nadie podía herirme sin mi consentimiento, que en el fondo era yo quien elegía mi propio estilo de vida emocional que me llevaba a la infelicidad.

»De entrada, me pareció que su consejo era teórico e inaceptable. Pero estuve pensándolo unos días, hasta que me examiné a mí misma con verdadera sinceridad, y empecé a preguntarme: ¿soy en realidad capaz de influir en mi reacción ante las circunstancias que se presentan en mi vida?

»Cuando por fin comprendí que sí podía hacerlo, o que al menos podía hacerlo bastante más, entendí que el hecho de que yo me sintiera tan desgraciada era básicamente culpa mía. Y fue entonces cuando supe que podía elegir no serlo, que debía liberarme de esa extraña dependencia del modo en que me estaba tratando ese paciente. Aquello fue un descubrimiento que ha influido después mucho en mi vida, ahora lo veo, varios años después. Desde entonces, atiendo a ese tipo de personas de una forma distinta, ya no se me hacen odiosos, como antes. Es más, estoy convencida de que tratar con ellos me hace mucho bien».